domingo, 13 de mayo de 2012

Crónica de Mister Hyde en La Casa del Loco (Zaragoza 12 de Mayo de 2012)

Quiero comenzar con una anécdota, una casulidad que define, de manera emocional y subjetiva, la propuesta de Mister Hyde: me acompañó al concierto del pasado sábado en la Casa del Loco el cantante y letrista de uno de los grupos más míticos e interesantes de la historia del pop aragonés, Santi Rex de Niños del Brasil. Santi lucía orgulloso una chapa de Mister Hyde con el verso "He cometido un error", un recuerdo a las primeras canciones de la banda. Cuando Alejandro Elías, voz y guitarra, hizo su aparición en el escenario de la sala zaragozana en su chaqueta vaquera llevaba el logo de los Niños del Brasil en una chapa. Tradición y modernidad en confluencia absoluta. Mister Hyde presentaba su primer LP, Iluminando los colores, un disco que juguetea con las formas clásicas con aderezos sintéticos, aunque las máquinas solo silbaron en la intro del primer tema, a partir de entonces todo fue electricidad y una sección rítmica que te hacía enmudecer. Jorge Morgan, crítico musical y batería, asentía con la cabeza frente a la descarga de temas como Manchester, Corazones automáticos (nuevo guiño generacional) o la versión majestuosa de De música ligera de Soda Stereo (o cómo mezclar Bloc Party con el rock sónico argentino). Hubo tiempo para recuperar clásicos de la banda y sonó Fantasmas, el tema que daba título a su anterior EP, aquel con el que la banda dio un salto cualitativo en composición y arreglos. Remake y Sombras Chinescas, Brando y Difícil de explicar, en el mutismo contagioso de una tripidación constante, un público entregado, lo mejor de cada estigma generacional surgiendo desde la piel de los que bailan y aman. Otra mirada al pasado sin rabia, Vulnerable, y el primer cierre con Laberintos en la tierra, un magnífico tema en el que intercalaron con gusto There is a light that never goes out de The Smiths (con ritmo electrónico, elegante y bailable, no sé qué dirá Morrissey de esto, supongo que los encontrará muy guapos) y Love will tear us apart de Joy Division. Me llamaréis carca, me diréis que pasó mi momento, disfruté con la sudoración incontenida de unos rockeros aferrados a sus canciones y guitarras, de niños que han crecido viendo vídeos en youtube de Brett Anderson al frente de Suede, que han afinado la máquina del tiempo hacia las calles de la Inglaterra de la Tatcher y John Constantine, que volvieron para descargarse el inencontrable disco de Días de Vino y Rosas, que entiende que Duncan Dhu son estupendos y que guiñarle un ojo al Columpio Asesino no hace más que acrecentar su leyenda. Me gustaron Mister Hyde, me gustaron con el cierre de Romper a bailar y con ese puntito mórbido y mesiánico que encumbra a El silencio entre nosotros como una de las grandes canciones de la historia del pop aragonés. Larga vida, chicos, esto no ha hecho más que empezar.

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